#TomorrowIsSunday (ES) | ¿Mi prójimo es alguien lejano y extraño?
The road between Jericho and Jerusalem, Photo credit: Sr. Amata CSFN
XV Domingo del Tiempo Ordinario, Año C
Domingo, 10 de julio de 2022
Evangelio de San Lucas 10,25-37
ES: https://bible.usccb.org/es/bible/lecturas/071022.cfm
1. Jesús enseña que mi prójimo es alguien muy lejano
¿Y quién es mi prójimo? – preguntó el estudioso de la ley a Jesús justo después de que éste hablara del mandamiento de Dios y del amor al prójimo como a ti mismo. Jesús lo sorprendió. Dijo que un prójimo es también uno que está lejos: un samaritano. Y en la mentalidad de los judíos, los samaritanos estaban tan lejos de los judíos que en el Talmud está escrito: “un trozo de pan dado por un samaritano es más impuro que la carne de cerdo”, que al fin y al cabo es un símbolo de comida impura (tratado Shevi’it 8,10).
2. Palabras clave
«Un hombre que bajaba por el camino de Jerusalén a Jericó, cayó en manos de unos ladrones, los cuales lo robaron, lo hirieron y lo dejaron medio muerto. Sucedió que por el mismo camino bajaba un sacerdote, el cual lo vio y pasó de largo. De igual modo, un levita que pasó por ahí, lo vio y siguió adelante.»
El camino desde Jerusalén, situado a unos 800 m. sobre el nivel del mar, hasta Jericó, situado a unos 250 m. por debajo el nivel del mar es muy peligroso. Casi 30 km. de esta carretera atraviesan un terreno rocoso, lleno de cuevas, donde se alojaban los ladrones. Sin embargo, era el camino más corto hacia Jericó.
Un sacerdote bajaba (gr. katabaino) a su casa después del servicio en el templo. El levita lo rodeó, literalmente ‘cruzó al otro lado del camino’ (gr. antiparerchomai). Es de suponer que ambos no querían cometer un acto de impureza ritual a través del contacto con un muerto, como podrían haber considerado al hombre que estaba tumbado en el camino. Desgraciadamente, el ritual se situó por encima de la misericordia.
«Pero un samaritano que iba de viaje, al verlo, se compadeció de él, se le acercó, ungió sus heridas con aceite y vino y se las vendó; luego lo puso sobre su cabalgadura, lo llevó a un mesón y cuidó de él. Al día siguiente sacó dos denarios, se los dio al dueño del mesón y le dijo: ‘Cuida de él y lo que gastes de más, te lo pagaré a mi regreso.»
Una de las últimas personas de las que cabría esperar ayuda es un samaritano, representante del pueblo del que San Juan Evangelista escribe que “judíos y samaritanos se evitaban”. ¿Por qué ayudó? El evangelista escribe que se conmovió (gr. splanchnizomai), lo que significa no tanto conmoverse emocionalmente, sino conmoverse interiormente al ver la desgracia o la miseria de alguien. Su actitud de misericordia es concreta. Dio dos denarios, el pago por más de tres semanas de estancia, porque la cuota diaria sugerida era de una doceava parte de un denario. La misericordia se situó por encima del resentimiento entre naciones. El samaritano resultó ser un prójimo, aunque se le consideraba como alguien muy lejano y un extranjero.
3 Hoy
«Anda y haz tú lo mismo.» – dice Jesús al final de la parábola. Si nos tomamos a pecho las palabras de Jesús, nuestra actitud concreta puede ayudar mucho a alguien e incluso salvar una vida. ¿A quién puedo ayudar hoy?
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